lunes, 25 de febrero de 2013

Las tribulaciones de un móvil en un váter

A ver, ¿a quién no se le ha caído nunca un móvil en el váter? ¡Qué levante la primera mano! 

Es una situación muy típica -o a mí me lo parece- el volver a casa aguantando las ganas de hacer pis, llegar al ascensor cruzando bien las piernas -y rezando para no toparte con algún vecino que te vea hacer contorsiones-, y cuando por fin llegas a tu piso, abrir la puerta corriendo, lanzar tu abrigo y bolso al suelo y meterte corriendo en el baño mientras te vas bajando los pantalones. Y cuando por fin te estás sentando en el váter, ¡algo hace chof al caer en el agua de este! Si tienes suficientes reflejos, sigues aguantando el pis, te giras y metes la mano rápidamente en busca del... ¡oh, cielos, el móvil!, a ver si no le entró suficiente agua. En este punto, ¡puede salvarse! Dicen que hundirlo en una montaña de arroz puede ser una buena idea, o darle suaves golpes de calor con un secador, es otra de las acciones que puede rescatar el móvil del cementerio de teléfonos. 

La putada viene cuando nuestros reflejos no están a la altura: la agüita amarilla que diría Pablo Carbonell corre por su anchas, empapando nuestro nexo con el mundo con un ácido de lo más corrosivo. Podemos también intentar rescatarlo, claro, pero nos resultará mucho más desagradable limpiarlo.

En fin, tras este preámbulo, no fue esto lo que me sucedió el pasado fin de semana. Volví a casa haciendo poses raras, sí; en el ascensor hice los ejercicios de rigor, y no, no llevaba el móvil en el bolsillo del tejano (más que nada porque no llevaba vaqueros). Pero, de golpe y porrazo, el móvil empezó a sonar. A mis posturas de contorsionista se sumó una búsqueda frenética del aparato por los recovecos de mi bolso. Un amigo llamaba en un momento inoportuno, y con el teléfono en la oreja, las manos buscando las llaves y las piernas cruzadas a la vez que iba andando a duras penas, llegué a la puerta de mi casa, la franqueé, lance todos mi bártulos al aire (menos el teléfono pues seguía teniendo una conversación como si tal cosa) y llegué al baño, donde rápidamente con una mano me baje medias y braguitas y ¡al fin! me senté con gran placer en el váter. Antes de finalizar mis necesidades, colgué el  teléfono y lo deposité en una estantería del baño, donde quedó hasta el día siguiente.

Ring, ring, ring... Sonó la mañana del domingo. ¿Dónde estará?, me dije. Y fui siguiendo el sonido del timbre que, abruptamente, acabó con un sonoro chof. Con el móvil en la estantería del  baño, la llamada  puso en marcha el vibrador, y el vibrador propició que el móvil se moviera, y el movimiento...

Por cierto, me gustaría mucho saber quién me llamó el domingo.




sábado, 26 de enero de 2013

Madrid Fusión, ¿es una feria?

Con el maestro de la quinoa Simeón
Tantos años pensando que era un congreso, y ahora va y resulta que es una feria. Eso sí, ¡de vanidades!

Antes de meterme en materia debo decir que únicamente fui a la exhibición el pasado martes. La primera impresión fue de infarto: techos y suelos en bruto acogiendo un 'congreso' que vende innovación y modernidad. ¿Será el que el mundo feo de la realidad de Matrix se está imponiendo en el siglo XXI? Puede ser...

Expositores, los de siempre (a dios gracias no vi el carrito de salchichas de Oscar Mayer. ¡En algo hay que mejorar!), aunque con algunas salvedades interesantes como el stand de Perú en plena celebración del año de la quinoa y donde probé un ají de gallina espectacular y tuve ocasión de charlar con un maestro recolector,  o el estupendo rincón de Cantabria con cocineros como Nacho Solana (restaurante Solana), Fernando Sainz de la Maza (El Serbal) o Sergio Bastard (La Casona del Judío) quien a deshoras nos preparó unos pinchos de anchoa de Santoña que quitaban el sentido.

En ponencias, desglosemos. Dicen que la de Elena Arzak, a la cual no asistí, estuvo bastante bien. Después llegó un Luis Aduriz presentando 'punteros' sprays dispensadores: churros y demás. De venta en Mercadona, ¿qué mejor foro que Madrid Fusión para presentarlos? (Y yo me pregunto, ¿la nata en spray no lleva desde los 80 en los lineales?. Llamadme tonta, por favor, que el sacrosanto gobierno vasco ha invertido casi cinco millones de euros en crear la comida en aerosol).No se porqué, estas innovaciones me recuerdan a los huevos duros prensados que, cual chorizo, se venden en los supermercados norteamericanos, y se sirven como componente de sándwiches y demás en varias cadenas  fast food.
También anduvo por ahí un Albert Adrià casi sofocado, diría, después de atender a un buen puñado de periodistas coreanos que le rodearon en el stand de Sempio, donde se presentaba la soja Jang (cultivada, al parecer, en USA y comercializada por la firma surcoreana). No tengo ni idea de si sus 20 minutos interrogado por Arola y Capel llegaron a gustar: iba todo con tanto retraso que a la hora señalada me acerqué por el auditorio y todavía no había empezado. Al final de la jornada hizo su aparición Paco Morales 'cocinando' con impresoras 3D. El uso de papel comestible permite realizar 'productos' de pega imprimiéndolos y dándoles apariencia guay. Todo muy divertido aunque, como decía el chef en algún artículo que leí, su cocina es otra cosa. A rebufo de esto, ¿alguien se ha parado a pensar que hay gente que paga cien euros por ir a ver los divertimentos de otros? Igual es que cien euros son fáciles de conseguir y yo ni me había enterado. Claro que otros pagan miles porque su impresora se vea un rato... 

No quiero finalizar sin decir que el lema de esta año de Madrid Fusión es verdad: la creatividad continúa. Pero no tanto en la feria sino en esa especie de joint venture con 'El ser creativo' donde, al parecer, sí se mostraron cosas innovadoras y que en un futuro próximo van a dar que hablar.

Y no sigo para no cansar, pero felicito a Eva Celada por hacer el único artículo sincero y crítico que he leído sobre la feria.

lunes, 7 de enero de 2013

'Mis' películas deliciosas

Aunque el otro día abominaba de las listas, hoy me permito colgar una de 'mis' películas deliciosas. No todas ellas son mis películas preferidas, ni las que considero mejores, pero todas, sin excepción, merecen el adjetivo de deliciosa. ¿Por qué? Porque me hicieron ser mejor persona; porque, acabaran bien o acabaran mal, me dejaron muy buen sabor de boca; porque te demuestran que siempre vale la pena vivir; porque hay otras personas en el mundo que entienden la belleza igual que yo; porque el amor está muy presente en todas ellas, en su multitud de formas; y porque sus historias me conmueven y me gustaría ser protagonista de (todas) ellas. 

Quiero sentirme perdida y desvalida, para después encontrarme...

Babel (González Iñárritu, 2006)
Quiero vivir la vida al revés...

El curioso caso de Benjamin Button (David Fincher, 2008)
Quiero ver cómo los que, supuestamente, son malos en realidad tienen un corazón muy grande...

Grandes esperanzas (Alfonso Cuarón, 1998)
Descubrir que la vida, en estado puro, también se encuentra en un pueblo remoto...

Un lugar en el mundo (Adolfo Aristarain, 1992)

Y que a lo mejor tienes que viajar muy lejos para darte cuenta de lo cerca que estás de quien tienes a tu lado...

Lugares comunes (Adolfo Aristarain, 2002)

Conocer amores imperfectos pero que son los que realmente te acompañan...

Dos en la carretera (Stanley Donen, 1967)
Sentir que cuando la vida te destroza y por delante solo te queda infamia, una amistad te da la vuelta a todo...

Cadena perpetua (Frank Darabont, 1994)

Confirmar que la vida discurre igual en una esquina de Brooklyn que en otro lugar del mundo...

Smoke (Wayne Wang, 1995)
Constatar que la edad no importa, y que en cualquier momento de tu vida puedes hacer cosas heroicas...

Space Cowboys (Clint Eastwood, 2000)
Que a veces existen razones para la maldad, y que solo hay que molestarse en descubrirlas...

Kirikú y la bruja (Michel Ocelot, 1995)
Vislumbrar que los grandes amores no necesitan de grandes aspavientos...

Tigre y dragón (Ang Lee, 2000)
Darme cuenta que la mente humana es poderosa y si la realidad no nos gusta, siempre nos queda nuestra imaginación para cambiarla...

El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006)

Que el amor romántico no es garantía de una vida plena, es solo un componente más...

Los chicos de mi vida (Penny Marshall, 2001)
Y que al final, aunque nada lo haga sospechar, siempre se logrará cierta justicia...

El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009)




miércoles, 2 de enero de 2013

Esto no es un pornopost...


Ni siquiera es un pornopost descafeinado por llamar de alguna manera al artículo de Venus O¨hara que lleva todo el día en el top ten de los más leídos en El País. Y todo, ¿por qué? Pues porque está en El País y lleva en su título las palabras mágicas 'sexo oral'. Pero el modo en el que el tema es tratado no hace que valga la pena perder un par de minutos leyéndolo, aunque yo los he perdido. ¿Realmente aporta algo la experiencia personal de la redactora? Si estuviera escrito tipo relato, quizás pudiera interesar, pero el estilo es tan vacío y el contenido tan banal que no merece tan buena aceptación. Como me decía una amiga hace un rato, parece que Venus O´hara es "la típica tía que va de guay para poner cachondo al personal sin ningún estilo; mira su seudónimo, da pena".