viernes, 9 de noviembre de 2012

Relato: 'El secreto'

'El secreto' se publicó por primera vez en el número 3 del fanzine EnCrudo. Como acaba de salir el cuarto número, comparto en mi blog mi relato, con una pequeña diferencia con el publicado en EnCrudo. Al final del mismo, sale el nombre del restaurante; en EnCrudo, ¡no me dejaron dar 'publicidad'!

¡Espero que os guste!



El Secreto

La cita a la que se dirigía era desde luego extraña. Llevaba años sin saber de Jorge.  Según su sana costumbre, había perdido cualquier tipo de interés en él el mismo día en el que rompió la relación. Pero, hace un mes, se encontraron en Factbook. O más bien él la encontró a ella y, tras unos cuantos mensajes tan anodinos como educados, Jorge le dijo que necesitaba pedirle un favor. Además  sería conveniente verse en persona, le dijo, pues la cuestión requería de su presencia. Y no, nadie más podía ayudarle excepto ella.

Para Claudia había pocas cosas más molestas en el mundo que una ex pareja dándole el coñazo. Jorge no había querido explicarle nada más, excepto que era algo que incumbía a terceras personas y que tenía que solucionarse cuanto antes. No era nada grave, le tranquilizó, pero sí muy importante.

Bajo una fina lluvia que no conseguía atravesar su tupida y hermosa melena tratada con keratina, Claudia pensaba de camino a la cita, en el restaurante Rubaiyat, en las razones por las cuales había decidido encontrarse con Jorge después de tanto tiempo. En primer lugar, le recordaba como una buena persona, por lo que no pensaba en absoluto que fuera a sucederle algo malo. Por otro lado, sentía mucha curiosidad por saber qué demonios quería de ella. Y por último, ¡qué demonios!, adoraba ese restaurante. Así que cuando entró por la puerta  y vio algo tan absurdo, tan imposible e irreal, casi se desmaya. Allí estaba Jorge esperando, sí. Y Armando. Y Sergio. También varias ex parejas más, amigos de su primera juventud, muchas otras personas cuyos rostros le eran vagamente familiares, compañeros de trabajo, varios tipos con los que seguramente tuvo algún pequeño lance sentimental, Sonia, la amiga que hizo trabajando en aquella multinacional americana, y Alicia, su amiga del alma de cuando vivió en San Sebastián.

Tras unos minutos eternos en los que recuperó parte de la compostura, Jorge le explicó todo. Si hubo algo que nunca pudo olvidar de cuando estuvieron juntos, algo que cada día echaba de menos, era la manera en que Claudia preparaba las lentejas. Un día, hará más o menos un año de ello, se le ocurrió abrir una página en facebook llamada ‘Necesito unas lentejas de Claudia’. Fue tan solo un acto impulsivo y absurdo, por lo que no volvió a hacer caso de ella durante meses. Cuando volvió a entrar, vio que tenía 845 fans, entre ellos personas que, por lo que escribían, no cabía duda de que la habían conocido personalmente. Con total seguridad, ellos habían degustado ese plato exquisito e inimitable.
Todos daban fe de que, por muchos restaurantes que uno pudiera visitar, por muchas versiones del guiso que pudieran probar en cualquier parte del mundo, nadie podía siquiera acercarse al perfecto sabor, a la ausencia casi total de grasa, a la perfecta combinación de ingredientes y cocción que Claudia conseguía de una manera tan natural como sencilla. Así que después de una votación en la que se eligió a Jorge como emisario y representante del grupo, la habían citado allí para que les contara su secreto y poder vivir el resto de sus días sin la ausencia de sus lentejas.

Claudia no tardó ni un segundo en responder un escueto no. Se levantó de la mesa y salió de allí, encantada de tener una página con 845 fans y sopesando si poner en conocimiento de la policía este asunto tan extraño, una muestra más de un mundo que ha perdido completamente el norte. ¿Quién sabe?, pensó mientras disimulaba una sonrisa triunfal en su rostro. Quizás en unos minutos todo el grupo se olvidaría de ella para pasar a obsesionarse con la feijoada de Carlos, el cocinero de Rubaiyat.