Barra de Nimú |
Nimú tiene terraza, aunque mi amiga y yo optamos por sentarnos dentro del restaurante vacío (la zona, sobre todo en los albores de la plaza de la Luna, donde se enclava la terraza, tiene fama de peligrosa y no nos apetecía estar con el bolso pegado al pecho). La decoración, con mesas y sillas altas en la parte de delante gustó mucho a mi amiga, entusiasta de este tipo de acomodo. La carta dispone de 10 clases de hamburguesas, incluida una vegetariana y otra de frutos del mar, con precios que oscilan entre los 8 y los 15 euros. En cuestión de entrantes, tienen una exigua oferta que incluye tres ensaladas, dos platos de pasta, y algunos platillos que más bien son complementos o guarniciones como los aros de cebolla. Cuando menos llamativa es la total ausencia de los nombres de De la Calle y Juanjo, ya sea en la carta o en otro lugar del restaurante. ¿Operación de imagen solo para la presentación que se hizo en julio?
Misterios aparte, os cuento mi experiencia en Nimú. El pedido inicial de bebidas consistió en una cerveza y un tinto de verano (lamentablemente sin gas) servidas aproximadamente 15 minutos después de llegar (recuerdo al lector que el restaurante estaba vacío). La toma de la comanda no tardó menos, y esta consistió en una burger premium con pan de cerveza negra y una American burger con pan de romero (veo ahora en la web del restaurante que a este último pan le han cambiado la denominación, llamándose en la actualidad 'pan verde de distintas especias'). El pan de romero tenía un artificial color verde que ni con kilos de romero podría éste haber adquirido tal tonalidad; quizás el color se debía a las 'distintas especias' que incluye ahora. Hablando del pan, juraría que el de cerveza negra es el mismo que desde hace años sirven en la hamburguesería HD en Guzmán el Bueno. Mi amiga fue muy clara: 'Me gustaría la hamburguesa poco hecha, pero caliente por dentro. No quiero un steak tartare, quiero una hamburguesa', insistió por si las moscas. ¡Ni con esas! La hamburguesa llegó, pasado mucho rato, bien cocida por fuera y fría como un témpano por dentro. Ni el moderno horno de brasa Josper (lo último de lo último, dicen por ahí) sirvió para tomar una hamburguesa caliente. Quizás el problema radicó en la conservación en cámara hasta el último momento. La protesta por nuestra parte no se hizo esperar. El camarero, solícito, nos pidió disculpas y sin que nosotras exigiéramos nada, nos indicó que 'recibiríamos un detallito por las molestias' (sic). La nueva hamburguesa (sí, fue una pieza nueva) llegó al rato (bastante) acompañada por la misma guarnición y el mismo pan (recalentado, y deshaciéndose a cada toque por el exceso de tueste). La calidad de la carne, muy buena (imposible esperar menos con proveedores como Cárnicas Luismi). El precio, muy correcto, pero el servicio y la puesta en plato, deficiente. ¡Ah! ¿Os acordáis del detallito? Nosotras tampoco. Quizás, con el mes transcurrido desde mi visita, algo haya cambiado.
P.S. Al término de escribir este post, leo en una reseña de Capel en El País, fechada el pasado 23 de septiembre, que el restaurante ha prescindido recientemente de la asesoría de López y De la Calle. Hablar de 'recientemente' en este caso es algo insólito, habida cuenta que la hamburguesería abrió sus puertas el 'reciente' julio. Insisto, ¿operación de imagen y marketing?
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