La semana social empezó bien pronto. El lunes por la tarde me escapé un ratito al Premium Bartenders Show, este año en el palacio de congresos de Castellana. Con mis amigas Mónica y Rosana probé algunos cócteles muy ricos (sobre todo los de la zona central que, alejados del patrocinio de marcas, elaboraban cócteles clásicos y de invención propia). Había bastante gente pero, seguramente, con menos calor hubiera habido mucha gente más. Por allí un ubicuo Fernando Mendieta de Gramona (cava que, por cierto, ha sido tildado recientemente en The Wall Street Journal como una 'revolución'), una alegre Cristina Tierno, y una guapísima y rejuvenecida Gina Ruiz del Valle, organizadora del evento.
Más tarde, con Mónica y María, nos dejamos caer por La Moraleja invitadas por Pedro Ureña a la inauguración del nuevo local con nuevo concepto del grupo La Máquina. De estilo dinner americano, Back Corner se perfila como todo un éxito en una Moraleja plena de ocio gastronómico. En la inauguración(abarrotada) poca gente de la prensa gastronómica, muchos habitantes de la zona, amigos del grupo y un puñado de famosos como la familia Obregón casi al completo, una ex miss España, y el todavía guapísimo (aunque macarrilla) Carlos Lozano, entre otros.
Ya el martes, asistí a una clase magistral de cócteles impartida por el bartender de bandera del ron venezolano Santa Teresa Jim Wrigley. La cita era a las 20 horas en La Turba aunque a las nueve tenía que salir pitando. Un periodista tardón (que al final resultó que dío plantón) nos obligó a comenzar la clase pasadas las ocho y media, con lo cual sólo tuve tiempo de preparar un aguado mojito (el de Jim salió perfecto, pero el mio...).
El miércoles, superado un desencuentro y agendas que no cuadraban, por fin fui a la tienda-degustación que tiene Hamburguesa Nostra en Európolis. Rodeada de almacenes de muebles, Mercadona y la Casa del Tomate, encontramos un establecimiento donde poder comprar las 30 variedades de la firma, y una zona, al fondo, donde poder comer la hamburguesa de nuestra elección acompañada de patatas chip aderezadas con pimentón de la Vera y cortadas con un grosor superior a lo que estamos acostumbrados, y de unas salsas muy ricas ideadas (al igual que las hamburguesas) por el chef Juan Pozuelo. Cual conejillo de Indias, Juan Pozuelo me dio a probar cuatro mini hamburguesas fuera de carta, con boletus, con chantarella, con perrechicos y con boletus + chantarella (la mejor de las cuatro).
Después, vino un festín de porciones de cuatro burgers más con trufa, la Juan Pozuelo (de ternera de la sierra de Guadarrama, cebolla pochada, pistachos y aceite de trufa), la normanda (de ternera de la sierra de Guadarrama, avellana, manzana y tomate seco) que creí que no me iba a gustar por la manzana pero que acabó entusiasmándome y la japonesa (con wasabi y soja), acompañadas por un chispeante champagne Drappier que, aviso a los locos champaneros, lo tienen en promoción a 25 euros la botella. ¡Regalado! Respecto a esto último, me comentó Juan que los clientes lo consumían poco pues todavía no se hacen a la idea del gran maridaje que supone una buena hamburguesa con champagne (ellos se lo pierden, qué sigan tomando cerveza y coca-cola, los amantes del champagne aprovecharemos la promoción).
Genial la comida, genial la bebida pero discordante con el concepto y la decoración la nueva creatividad de la firma con la familia de hamburguesitas (ved y opinad, están en la web). Por lo demás, chapeau! Y yo pregunto, ¿para cuándo en Madrid?
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