miércoles, 25 de mayo de 2011

Look ochentero; gastronomía súper actual


Maravilloso Madrid al fondo, con el chef Víctor Carracedo en The Penthouse

Llevaba tiempo ya con ganas de ir a Midnight Rose. Mi imaginación me había transportado a un lugar de tonos rosa palo, con una hostess recibiéndote con un burjujeante champagne o cava rosé, aunque lo que me he encontrado es una sala diáfana, de estilo de principios de los ochenta, con un hilo de música lounge y luz noctámbula a pleno día. Sorpresa visual aparte, la gastronomía ha roto por entero mi preconcepción del lugar. Y no porque esperara que Víctor Carracedo, el chef de Midnight Rose, lo fuera a hacer mal; lo que no esperaba es que cocinara tan genialmente bien. La culpa, quizás, de mis prejuicios (entendiendo la palabra como su acepción real, esto es, "acción y efecto de prejuzgar") fuera la comunicación del lugar. Fácil de entender, no obstante. El concepto ocio y restauración no es del Me Madrid (cadena Melíà), donde se aloja el restaurante, sino del grupo Gerber (marido de Cindy Crawford) y la comunicación siempre se ha enfocado más al life style y a la gente guapa que al buen comer. Pero ello no quita que, en Midnight Rose, no sólo se come bien sino que se come fenomenal.
Como describir demasiado a veces sobra, os dejo los platos que Víctor ha tenido a bien servirnos (y ¡qué bien!):
Risotto de boletus y parmesano al aceite de trufa

Como aperitivo he tomado una copa de Moët Chandon (aunque no era rosé). Enseguida ha llegado el pan, artesano, entre ellos de centeno, blanco de esponjosa miga, de tomate, de semillas de amapola e integral, aderezado (si uno quiere, claro, y nosotros queríamos) con un picual de intenso color verde de Toledo (posteriormente me enteré que Víctor pasó en la ciudad manchega dos años de su vida). Después, empezando ya el menú propiamente dicho, mi chico y yo hemos tomado un delicioso tartar de atún exquisitamente marinado y un salmorejo con sorbete de pepino, bizcocho de aceite y jamón de bellota sencillamente espectacular siendo ambos platos armonizados con un Marqués de Irún Verdejo 100% (aquí hubiera continuado yo con el espumoso), para después pasar a unos espárragos de Navarra (ahora que están en plena temporada) acompañados por una salsa de trufa blanca que les iba a la perfección, maridado este plato con un Sauvignon blanc chileno de la avispada bodega Torres, al igual que unas originales albóndigas de sepia en salsa suave de tinta. Los platos más contundentes que han venido a redondear tan excelso menú han sido un risotto con boletus y parmesano al aceite de trufa (perfectamente en su punto el arroz y maravillosos los aromas a tierra) y una hamburguesa de kobe que, aunque deliciosa, ha sido lo más corriente de la comida. El vino que acompañaba los últimos platos, un Ribera del Duero ligerito que pasaba agradablemente por la garganta en un día tan caluroso como hoy, ha sido también un feliz acierto de Víctor Carracedo que también ha querido responsabilizarse del maridaje. 
Como colofón a una comida que nos ha revolucionado las papilas gustativas ha llegado una almohada de coco con frambuesa y helado de fruta de la pasión que nos ha dado una dulce digestión. Con la infusión (ni mi chico ni yo tomamos café), unas mini manzanas asadas y unas trufas algo más clásicas.

Dulces post menú

Después, la visita a The Penthouse, a pesar de lo pronto de la hora, ha sido obligada y con Víctor hemos podido disfrutar de una de las vistas más privilegiadas de Madrid. Las dos pequeñas terrazas que hacen la labor de reservados han quedado en la retina para visitar en una futura, y no muy lejana, ocasión nocturna.

Luis, con su recién estrenada camiseta del Corto Maltés by U, y yo




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