Mí último día en Madrid no podía deparar más que buen rollo. No es que me vaya por mucho tiempo, tan solo por cuatro días, aunque siempre es bueno desconectar un poco de lo que ves todos los días. El día ha transcurrido en el centro y a continuación os relato el periplo:
Primera parada, Mesón del Jamón de la Carrera de San Jerónimo. Bocatas baratos, bebidas de cola a un euro, y gente fea y grotesca que parecía recién salida de Coney Island en los años 20 del pasado siglo: ¡La mujer barbuda!, ¡el hombre con chepa!...
Segunda parada: El Anciano Rey de los Vinos. ¿Qué decir de este sitio centenario? Belén y Álex, sus jóvenes propietarios, comenzaron a regentar el lugar a la jubilación del padre de Belén. Con mucho esfuerzo (el que requiere un establecimiento de hostelería en pleno centro turístico de Madrid) han mantenido y más allá un lugar de obligado peregrinaje si se recala por la capital. Si no es el caso, y se vive en Madrid, también hay que ir algún fin de semana a tomar el mejor vermú de grifo y a conocer al fenómeno de Álex dirigiendo magníficamente la sala y la barra del lugar. ¡Estos chicos son los mejores, y sé de qué hablo! En El Anciano Rey de los Vinos, hemos tomado vermú y cerveza, los mejores mejillones a la vinagreta que he probado, setas a la plancha, unos boquerones deliciosos (como siempre) y unos sabrosos pinchitos.
Siguiente parada: Prado 18. Ya anteriormente hablé de este lugar en el blog, fantástico, desde la perspectiva de cenar en él. Hoy ha sido una visita de tarde y hemos tomado champagne, gin tonic y Bailey´s, concretamente dos, cuatro y tres, respectivamente. Quizás todavía no sea un sitio para conocer gente (no hay demasiada) pero en cuanto se conozca seguro que se pone a reventar. El lugar está fantástico: en verano, se encuentra en el patio interior que forman cinco edificios del barrio de las Letras y en invierno, se aloja en una sala del hotel Vincci Soho con fachada a la calle Prado. Allí, Luis, nuestra amiga Laura y yo hemos arreglado el mundo (cada uno a su manera, dicho sea de pasado) y la tarde se ha evaporado de forma especial. Como colofón a la jornada, y después de la despedida de Laura (tenía cena en Los Asturianos), nos hemos ido a tomar una copa al Mercado de San Miguel. ¡Qué espanto de precios! Cada día está peor: una bandeja de cien gramos de jamón a 9,50 euros. ¡Dónde van a parar! Desde aquí también quiero denunciar (o anunciar) la antipatía de un camarero de El Yantar de Ayer (un puesto de encurtidos) que, sinceramente le digo, ¡haga sitio, por favor!, que hay mucha gente que quiere, de veras, trabajar.
Primera parada, Mesón del Jamón de la Carrera de San Jerónimo. Bocatas baratos, bebidas de cola a un euro, y gente fea y grotesca que parecía recién salida de Coney Island en los años 20 del pasado siglo: ¡La mujer barbuda!, ¡el hombre con chepa!...
Segunda parada: El Anciano Rey de los Vinos. ¿Qué decir de este sitio centenario? Belén y Álex, sus jóvenes propietarios, comenzaron a regentar el lugar a la jubilación del padre de Belén. Con mucho esfuerzo (el que requiere un establecimiento de hostelería en pleno centro turístico de Madrid) han mantenido y más allá un lugar de obligado peregrinaje si se recala por la capital. Si no es el caso, y se vive en Madrid, también hay que ir algún fin de semana a tomar el mejor vermú de grifo y a conocer al fenómeno de Álex dirigiendo magníficamente la sala y la barra del lugar. ¡Estos chicos son los mejores, y sé de qué hablo! En El Anciano Rey de los Vinos, hemos tomado vermú y cerveza, los mejores mejillones a la vinagreta que he probado, setas a la plancha, unos boquerones deliciosos (como siempre) y unos sabrosos pinchitos.
Siguiente parada: Prado 18. Ya anteriormente hablé de este lugar en el blog, fantástico, desde la perspectiva de cenar en él. Hoy ha sido una visita de tarde y hemos tomado champagne, gin tonic y Bailey´s, concretamente dos, cuatro y tres, respectivamente. Quizás todavía no sea un sitio para conocer gente (no hay demasiada) pero en cuanto se conozca seguro que se pone a reventar. El lugar está fantástico: en verano, se encuentra en el patio interior que forman cinco edificios del barrio de las Letras y en invierno, se aloja en una sala del hotel Vincci Soho con fachada a la calle Prado. Allí, Luis, nuestra amiga Laura y yo hemos arreglado el mundo (cada uno a su manera, dicho sea de pasado) y la tarde se ha evaporado de forma especial. Como colofón a la jornada, y después de la despedida de Laura (tenía cena en Los Asturianos), nos hemos ido a tomar una copa al Mercado de San Miguel. ¡Qué espanto de precios! Cada día está peor: una bandeja de cien gramos de jamón a 9,50 euros. ¡Dónde van a parar! Desde aquí también quiero denunciar (o anunciar) la antipatía de un camarero de El Yantar de Ayer (un puesto de encurtidos) que, sinceramente le digo, ¡haga sitio, por favor!, que hay mucha gente que quiere, de veras, trabajar.
Bueno, pues ya me voy anotando esos sitios para ir a tomar algo en cuanto llegue a Madrid. Por suerte aún me falta un mes, pero es de gran ayuda ir a tiro hecho cuando una experta en la materia te lo recomienda.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, el mercado de San Miguel es un sitio para turistas, pero que además lleven gruesa la cartera. una pena.............
¡Qué suerte tienes! Yo acabo de aterrizar en Bcn y sólo puedo quedarme cuatro días, y parece ser que estos cuatro días van a ser de tiempo revuelto en el Mediterráneo. ¡Qué mala pata!
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