Ahora que el número de julio de Restauradores ha salido, ya puedo hablar de Ignacio Escolar y Manuela Vellés sin temor a destripar el amplio reportaje con ellos de protagonistas. Qué extraña pareja, ¿verdad? Ninguno de ellos se conocía de antemano, aunque sí habían oído hablar el uno del otro. Yo misma afronté la entrevista con ambos a la vez sin haber coincidido jamás con ninguno, aunque conocía el trabajo de ambos. A Manuela, si bien la descubrí en 'Caótica Ana', una película menor de Julio Medem, me encadiló en el papel de joven numeraria del Opus Dei en 'Camino'.
El nombre de Ignacio Escolar llegó a mí cuando irrumpió con fuerza en el periodismo de primera línea como director de Público. Después, por referencias, conocí su blog http://www.escolar.net/, y más de una vez le vi debatiendo en 59 segundos.
No obstante, la elección de mis protagonistas no fue en absoluto idea mía, aunque sí el juntarlos. Para el papel de la chica, yo buscaba a una joven española, que llevara su carrera paso a paso, pero que ya hubiera logrado algún triunfo. Para el papel del chico, buscaba más o menos lo mismo.
Manuela me vino recomendada. Me explico, una buena amiga acababa de trabajar con ella en un cortometraje y me habló tan bien de Manuela que no pude resistir la tentación de solicitarle la entrevista. El primer contacto fue con María José Zulueta, su agente, una eficiente y seria señora (en el buen sentido de la palabra) que ya quisiera más de uno que le ayudara en su carrera. Debí pasar todos los filtros (¡gracias, Ceci, por recomendarme!) pues poco me costó convecerla de embarcar a Manuela en este experimento.
También se puede decir que Ignacio me vino recomendado. Y no por ningún conocido suyo, sino por un seguidor de su trabajo como periodista. En este caso, a la que le costó poco convencerse fue a mí. Me gustó enseguida la idea de juntar la seriedad de la política (materia en la que Escolar está más que empapado) con el séptimo arte. Por aquellos días (toda esta entrevista comenzo a fraguarse a principios de diciembre) una buena amiga me comentó que, quizás, el mayor obstáculo me vendría por parte de él: a lo mejor no veía adecuado juntarse con una actriz que no conocía, hablando en la entrevista de cosas por las que no solían preguntarle. Al contrario, le dije, a todos nos gusta que nos presten atención, y que piensen en nosotros fuera del contexto en el que la mayoría nos sitúa. Y así fue, supongo, pues Ignacio en todo momento se mostró dispuesto al plan que le propuse.
Fue encantador empujarles a un circuito gastronómico que les llevó del restaurante La Broche al restaurante Baby Beef Rubaiyat pasando por el hotel Eurostar de Madrid. Los dos congeniaron enseguida: a Ignacio le gusta mucho hablar y a Manuela le gusta mucho aprender. Verdaderamente, fue un acierto juntarles y creo que, tanto ellos, como Matías Perez Llera (fotógrafo), María José Zulueta (agente de Manuela) y yo misma disfrutamos mucho de la experiencia.
De Manuela diré que es una joven educadísima, con la cabeza muy bien amueblada, extremadamente dulce y me atrevería a decir, una excelente persona. Llegará muy lejos.
De Ignacio, que es inteligente, entendido en muchas cosas y con ganas de entender de otras muchas más. Ya ha llegado muy lejos, pero le quedan otros muchos espacios por conquistar.
De los dos, que ambos tienen la vanidad necesaria para triunfar, y también esa humildad de las grandes personas, esa humildad que les hace tratar a todo el mundo igual.
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