domingo, 29 de agosto de 2010

Las segundas oportunidades

Hace unos meses realicé una entrevista a unos actores y una de las localizaciones para las fotos fue la terraza del hotel Óscar, de la cadena Room Mate, en pleno barrio de Chueca. Era mi primera visita al lugar, al que escogí para cambiar uno poco las localizaciones recurrentes de otros hoteles de Madrid. Pensé que siempre salían los mismos sitios y me pareció que estaría bien cambiar. La terraza me pareció maravillosa, la verdad, pero tuve algún que otro encontronazo con algunos de sus empleados que me provoco un gran enfado que tardé tiempo en olvidar. Pero ya se sabe que el paso del tiempo lo cura todo y mi enojo se diluyó dejando paso a la grata estampa que uno ve cuando visita esta terraza. Unas fantásticas vistas de Madrid y una decoración en blanco inmaculado que, según mi parecer, representan un claro reflejo de modernidad. Mi total reconciliación con la terraza del hotel Óscar se afianzó un día, entrevistando a la reputada arquitecta e interiorista Teresa Sapey, cuando ella me comentó que adoraba la cadena Room Mate. Y por fin, hace unos pocos días, me decidí a visitar como cliente, en mi tiempo de ocio, el mencionado lugar. Sin prejuicios, únicamente con ganas de divertirme.
El sitio estaba a reventar pero logramos hacernos un hueco en una de las colchonetas del suelo, junto a la piscina. En pocos minutos llegó un camarero a tomarnos nota de lo que queríamos tomar. 2 copas de cava, un gin tonic de Bombay Saphir y un Johnny Walker con Coca-cola, nos decidimos a pedir. Cuando el camarero nos trajo el pedido, uno de mis amigos (también camarero a su vez, aunque en este caso de otro lugar) comentó que a él no le gustaba que le trajeran la copa servida, que él prefería ver qué le ponían y en qué cantidad. El camarero se excusó diciendo que estaba prohibido llevar vidrio a la zona de la piscina. No dijimos nada, pero bien es cierto que después comentamos que no costaría nada avisar antes de servir. 'Disculpa, cliente, pero si te traigo la copa en la piscina tengo que traértela servida. Si prefieres ver servir la bebida que has escogido, ¿te importaría acercarte tú a la barra?.- podría el camarero preguntar, pero parece ser que las preferencias del cliente no tienen ningún valor en este lugar. Dicho sea de paso, a mí también me gusta saber qué cava me han servido por la módica cantidad de 8 euros la copa. Después de las aclaraciones, el camarero nos dijo que nos tenía que cobrar al instante. Ningún problema, claro, en estos lugares tan llenos el cliente se te puede escapar sin pagar. Le pregunté cuánto era el importe de una copa de cava y del whisky con Coca-cola (lo que tomamos mi pareja y yo) pero él me contestó que teníamos que pagarlo todo. Por supuesto le dije que eso pensábamos hacer pero que me dijera cuánto era lo mío y que en unos instantes la otra pareja le iba a dar lo que les correspondía a ellos. Insistió en la totalidad de la factura y nos dijo el importe total: le di la mitad y en unos segundos mis amigos le dieron la otra mitad. Nos vió molestos, la verdad, y entonces nos empezó a decir que era muy fácil pagarla con un camarero como él que estaba muy cansado después de sus ocho horas trabajando. ¿Teníamos nosotros cara de importarnos su vida? No es falta de sensibilidad, pero, ¿qué pensaba él que habíamos estado haciendo nosotros durante el día? Y volvió a insistir en la obligatoriedad de pagar la totalidad, cuando ya tenía el dinero de todos en su poder. Y en ese mismo instante le pedí, por favor, que me devolviera el dinero porque para que nosotros le pagáramos él tenía la obligación de traernos el ticket de caja. ¡Menos mal que así fue! Con los nervios, a mi amiga se le cayó la copa de cava entera. Por un momento pensamos que volvería a pagar ocho euros por una segunda copa pero, aliviados, vimos que no fue así. Copas a 12 euros de quién sabe qué, cava a precio de champagne, y un trato poco profesional es todo lo que puedo decir.
Al hotel Óscar no volveré. Lástima, es un lugar bonito pero otros, tanto en su estética como en su lado humano, lo son mucho más.

6 comentarios:

  1. El sitio es precioso, pero en efecto... Algunos espacios, como las personas, pueden acaban muriendo de éxito... Es algo que muy pocos (sitios y personas) saben llevar

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  2. No hay profesionales. No digo buenos ni malos, sólo gente que conozca su oficio. Este gremio está lleno de "becarios".

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  3. Mi querida compañera de copas en el Oscar, que por ahí andaba también yo (la otra pareja...)ese día. El camarero era un desastre como tal, has sido suave. Estoy de acuerdo con lo que dice Andrés de "becarios". Y sostengo que las palabras de Maria son más que ciertas.

    Si yo pago por un pedazo de terraza y una copa a X euros, por encima de la media, es para tener también un servicio por encima de la media. Si no es así, que no pongan este negocio y se dediquen a fabricar bolsos, por ejemplo.

    Y si los clientes no nos quejamos y seguimos aguantando este percal de sitios megafashion, a precios de infarto con servicio tirando a macarra, pasará lo que está pasando en todo el sector: volveremos a lo de siempre, a lo seguro, que seguro que así no terminamos la noche de mala ostia.

    Montse Ambroa

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  4. Pues es una pena, la verdad, que la gente a veces no se esfuerce un poco más, y más teniendo las bases para ser excelente. Montse, a ver si el miércoles tenemos una experiencia mejor :)

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  5. Pues me acabo de mudar a vivir a Madrid, y bueno pasare a ver el sitio porque tiene buena pinta, sin prejuicios jeje!!!

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  6. Claro que sí, Marcas de Amor, así hay que ir por la vida, sin ningún prejuicio. Para juzgar ya estamos nosotros mismo, ¿no crees?

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