Existen rincones en todas las ciudades que se encuentran ocultos. Estos lugares a veces esconden tal belleza que, cuando los ves, te quedas anonadado. Por ejemplo, en Roma ocurre con ciertos monumentos como la Fontana di Trevi: paseando a través de estrechas callejuelas, al final de una de ellas te encuentras con una fuente tan fastuosa que te parece imposible que se encuentre tan oculta. Ya a un nivel más mundano, alejado del imponente arte italiano, en Barcelona, caminando por la calle Montcada, te puedes pasar de largo la puerta de uno de los establecimientos con más encanto de la Ciudad Condal: el Tèxtil Café, situado en un precioso patio de piedra que por las noches se ambienta con velitas. El miércoles por la noche, en Madrid, conocí uno de estos lugares ocultos que cuando los descubres, te quedas con la boca abierta. Prado 18 es una propuesta de tapas y lounge que como bar abre todo el día y como restaurante informal sólo por la noche. Está situado en el interior del hotel Vincci Soho, en la calle Prado. Durante el verano ocupa el patio interior del hotel, compuesto por tres edificios. Es difícil que caminando por dicha calle a uno se le ocurra, sin saberlo, que dentro del hotel hay una pequeña joya de precios asequibles, ya que este ni se ve ni se insinúa en la fachada. La decoración, sencilla pero moderna, es agradabilísima a la vista; la carta, corta pero con tapas y pinchos muy sabrosos; la oferta de vino, cava y champagne por copas más que correcta, con precios nada prohibitivos (la copa de champagne Piper la tienen a 8,50, IVA incluido), y el servicio, desenfadado pero correcto. Si uno va durante el día, puede tomarse una copa de vino, un aperitivo o un cóctel con o sin alcohol, ahora que están tan demandados y si se quiere comer algo, se puede pedir en horario ininterrumpido platos como una refrescante ensalada, un sandwich club, una hamburguesa de vacuno, o un sandwich mixto (el más caro de estos platos se sirve a 7 euros, IVA incluido). Y por la noche llega lo mejor: una carta de tapas frías y calientes que a más de uno le harán chuparse los dedos. En mi visita probé unas cuantas ya que optamos por pedir el surtido de tapas Soho (29,50 euros/ dos personas)aunque solicité que me cambiaran dos por otras de la carta. Como no me quiero extender, mencionaré las más ricas, aunque es justo remarcar que estaban todas excelentes. El salmorejo, fresco y original, servido con huevas de pescado; la tosta de anchoas de Santoña con tomate restregado; el tomate kumato con provolone caliente; y el albondigón de presa ibérica con bombón de foie y brie fueron los platos que más me entusiasmaron. La mini hamburguesa también me gustó aunque, para mi gusto, estaba demasiado hecha: un poco más jugosa hubiera resultado un delicioso pincho. Alberto Martínez, subdirector del hotel y responsable del restaurante, nos acompañó en la copa de aperitivo explicándonos muy bien las características del lugar (y se quedó corto, omitió decir lo maravilloso que era), y Juan Jiménez nos atendió con paciencia explicándonos cada tapa, sirviéndolas con diligencia y charlando de vinos con nosotros. Mucho éxito a Prado 18: ¡está fenomenal!
Por cierto, en invierno cambian la localización a una sala del hotel, en este caso con ventanas a la calle.
¡Aviso! La foto no le hace justicia: el lugar, delicioso, es mucho más bonito de lo que parece.
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